Opinión

El retrovisor

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El retrovisor 

Los actores de la práctica política o mejor dicho de la politiquería boliviana, incluidos ciertos «analistas políticos» poco o nada imparciales, insisten obsesionados en mirar por el retrovisor y no son capaces de proponer verdaderas soluciones estructurales a los graves problemas existentes.
Existen frases muy usadas como «el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla» que tienen verdadero sentido cuando son aplicadas correctamente y son inútiles cuando simplemente buscan interesadamente restar merito a algún acto de la gestión pasada.

En el anterior gobierno ocuparon un tiempo valioso en cuestionar administraciones pasadas, ligadas al neoliberalismo y su relación con las potencias internacionales resabios de los imperios colonialistas, mirando permanentemente por el retrovisor y desperdiciando penosamente sus esfuerzos, en lugar de ocuparse de forma pragmática en estructurar un Aparato Estatal moderno, más sólido, que permita visualizar un horizonte de oportunidades y proyectar un mejor país para el bien de las futuras generaciones. Quizás la capacidad limitada de su líder y el entorno pernicioso que le rodeaba, no le permitieron dar ese siguiente paso fundamental al mentado “Proceso de Cambio”. Creo que nadie, en un análisis imparcial y muy objetivo, puede negar que en la anterior administración gubernamental se tomaron buenas medidas en favor del pueblo y en ese mismo análisis, también se debe reconocer que se cometieron una serie de graves errores que finalmente provocaron su salida intempestiva del gobierno y nos dejaron al país sumido en una grave crisis política y social de la que aún no salimos.

Este gobierno de transición desde el primer día y de manera constante mira también desde el retrovisor, destacando obsesivamente los defectos de los 14 años del gobierno del MAS, olvidándose de su mandato principal que es el de llamar a elecciones generales y entregar la nave del Estado a un gobierno legítimamente elegido en el menor tiempo posible y naturalmente también, en este corto periodo, administrar y proteger celosamente los bienes del Estado y no servirse de ellos beneficiando a su entorno político y familiar.

Acá abrimos un obligado paréntesis; vuelve a aparecer de manera dramática el fantasma de la corrupción, la madre de todos los males arraigada en nuestra sociedad. Proponíamos en una entrega anterior que, a partir de una firme decisión generalizada, de una férrea voluntad compartida y la fuerza legal suficiente debemos reducirla de forma paulatina, caso contrario terminará por destruir toda la base moral de los ciudadanos y lógicamente pondrá cada vez más en peligro la estabilidad de todo un país. A propósito, la frase atribuible a Simón Bolívar: “La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos, sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la Republica”, cerramos paréntesis.

Para concluir el tema que hoy nos ocupa, en nuestra humilde opinión, toda gestión de gobierno debería direccionar sus esfuerzos fundamentalmente en el presente, concentrarse en solucionar los grandes problemas existentes principalmente en materia de Salud y Educación y proyectar un futuro promisorio para todos los ciudadanos, en lugar de detenerse en la inútil y muchas veces maliciosa práctica de mirar simplemente por el retrovisor.

Fernando Crespo Lijeron/ Vecino de Porongo

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