Sentinel, la isla más hostil del planeta: sus habitantes viven en la Prehistoria y matan a quien se acerque
Si hay algún rincón del planeta donde probablemente no haya llegado (ni sepan lo que es) el coronavirus, ese es Sentinel del Norte. Esta isla en el golfo de Bengala vive protegida ferozmente por sus habitantes, anclados en la Edad de Hierro y abiertamente hostiles frente a cualquier visitante.
Imagine un lugar donde sus habitantes desconocían hasta hace unos años lo que era el fuego; tampoco saben cultivar la tierra; cazan y pesca con rudimentariaslanzas y arpones; caminan desnudos; viven completamente aislados; y hablan una lengua ininteligiblepara el resto del mundo.
Podríamos estar hablando de cualquier enclave humano de la Prehistoria. Pero no, ese lugar existe en 2020. Se llama Sentinel del Norte y se trata de una isla varada en el mar de Andamán.
Sus habitantes (no se sabe si 15, 100 o 500, puesto que no hay censos oficiales), son extremadamente hostiles. Todo intento de acercarse a la isla en las últimas décadas ha terminado con curiosos, misioneros, pescadores furtivos y náufragos asesinados o a punto de perder la vida.
EXTREMADAMENTE VULNERABLES
Se conoce su existencia desde finales del siglo XIX, cuando el archipiélago indio de Andamán y Nicobar al que pertenece Sentinel del Norte era una colonia británica penitenciaria. Hasta allí viajó Jeremiah Homfray en 1867 en busca de convictos fugitivos: «Vimos a unos diez hombres en la playa, desnudos, de pelo largo y con arcos y flechas, pescando». Se escondieron al ver acercarse el bote. La tripulación de andamaneses que acompañaba a Homfray entró en pánico, no dejaban de repetir que eran muy feroces. Homfray viró su barco sin llegar a tocar la orilla de Sentinel.
Tres años después, Maurice Vidal Portman, oficial británico encargado de documentar las diferentes tribus del archipiélago, desembarcó en Sentinel en busca de nativos. Encontró que la isla estaba compuesta principalmente de piedra caliza y coral. «El suelo es ligero y adecuado para el cultivo de las palmas de coco«, observó. Portman entró en contacto con varios miembros de la tribu y volvió para convertir la isla en una plantación de cocos… y de paso introducir en Sentinel gérmenes y virus que muy posiblemente diezmaron la población y convencieron a los sentineleses de que los foráneos no podían traerles nada bueno.
Algo que se mantiene hoy más vigente que nunca. Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, describe a los sentineleses como «la sociedad más vulnerable del planeta«, ya que es probable que no tengan inmunidad frente a enfermedades comunes como la gripe y el sarampión, no hablemos ya del coronavirus. Debido a su completo aislamiento, las posibilidades de que una epidemia los aniquile son muy altas.
DE LA EDAD DE PIEDRA A LA DE HIERRO
En 1991, un grupo de antropólogos indios estableció el primer y último contacto pacífico con los sentineleses. Les llevaron cocos a modo de obsequio y se los ofrecieron desde el agua, sin llegar a pisar tierra firme. Los sentineleses los aceptaron de buen agrado. En esta breve expedición los antropólogos observaron que sus lanzas contaban con puntas de metal, posiblemente obtenido del naufragio del Primrose, un carguero que había encallado en los arrecifes de Sentinel en 1981. Los sentineleses habían evolucionado de la Edad de Piedra hasta la Edad del Hierro.
Dado el riesgo que suponía entrar en contacto con la tribu (tanto por los ataques a foráneos como por la mencionada transmisión de enfermedades), en 2005 las autoridades indias prohibieron cualquier tipo de aproximación a la isla en unradio de cinco kilómetros. Pero no hay mayor tentación que lo prohibido, y sigue habiendo temerarios que intentan abordar esta isla de apenas 60 km2 y -en teoría- de fácil acceso, pues lejos de encontrarse aislada en medio del océano Índico, se encuentra a menos de 40 kilómetros de la gran isla Andamán del Sur y a menos de 60 de Sentinel del Sur.
No todos han conseguido llegar, pero quienes lo han hecho (y han conseguido regresar con vida) coinciden en que los sentineleses, tanto hombres como mujeres, son extremadamente altos (alrededor de 1,80 metros) a diferencia del resto de nativos del archipiélago. Esto ha dado pie a la teoría de que pueden ser descendientes directos de los primeros pobladores que abandonaron África hace 60.000 años con rumbo a Australia, por la costa sur de Asia.
¿INFIERNO O PARAÍSO?
Sentinel del Norte tiene una gran riqueza ecológica y lo cierto es que su vegetación es tan densa que se hace imposible el avistamiento de ningún asentamiento humano desde el aire. Pero la isla no es ajena a los efectos del cambio climático ni a los desastres naturales.
Según la Agencia Europea Espacial, el terremoto de 8,9 en la escala de Richter que desencadenó el tsunami del Sudeste Asiático el 26 de diciembre de 2004, también afectó a Sentinel del Norte. Los arrecifes de coral que rodeaban la isla quedaron expuestos a la superficie debido al levantamiento tectónico. El programa de colaboración internacional CORDIO (siglas en inglés de Degradación de los Arrecifes de Coral en el Océano Índico) estima que es poco probable que los arrecifes de Sentinel sobrevivan, así como las lagunas y las principales zonas de pesca.
Por el momento no hay forma de constatar el bienestar de los sentineleses porque sólo algunos vuelos domésticos y helicópteros pertenecientes al Ministerio de Defensa sobrevuelan la isla, y lo hacen a una distancia prudencial.
El tiempo dirá si Sentinel es el último paraíso en la tierra o un infierno en el que su tribu, ligada inexorablemente al destino de sus arrecifes, terminará muriendo por falta de alimentos y de recursos.