Las perspectivas de los mercados de productos básicos en ocho gráficos
Casi todos los precios de los productos básicos se recuperaron en el tercer trimestre luego de disminuir marcadamente a principios del año debido a la pandemia de COVID-19 (coronavirus).
Los precios de los metales se recuperaron rápidamente en respuesta a un repunte de la actividad industrial en China, que se produjo más rápido que lo previsto. Los precios de algunos alimentos también aumentaron.
De cara al futuro, se prevé que los precios del petróleo aumentarán gradualmente a partir de los niveles actuales, es decir de alrededor de USD 41 el barril este año, a un valor promedio de USD 44 el barril en 2021 , a medida que la lenta recuperación de la demanda se corresponda con una disminución de las restricciones a la oferta.
Según las proyecciones, los precios de los metales y los precios agrícolas registrarán aumentos moderados en 2021. El principal riesgo para las previsiones de los precios es la duración de la pandemia, así como el riesgo de que una segunda ola de contagios en el hemisferio norte sea más grave.
1. La recuperación de los precios de los productos básicos en la pandemia ha sido dispar
Los precios de la energía han sido los más afectados por la pandemia. Tras desplomarse en marzo y abril, se han recuperado de manera parcial, impulsados por los precios del petróleo crudo. No obstante, la recuperación se ha detenido recientemente debido a la preocupación por los nuevos contagios de COVID-19 y su impacto en el consumo de petróleo. Se prevé que durante el próximo año los precios del petróleo se mantendrán cerca de los niveles actuales, y permanecerán muy por debajo de los valores de referencia anteriores a la pandemia. En cambio, los precios de los metales y de los productos básicos agrícolas se han recuperado de los efectos ocasionados por la pandemia de COVID-19 y se espera que registren aumentos moderados en 2021.
2. La producción de petróleo se ha reducido marcadamente en respuesta a la caída en el consumo
El colapso del consumo de petróleo en marzo y abril generó una marcada caída en los precios del petróleo. En respuesta, muchos productores de petróleo redujeron la producción, principalmente la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados, que acordaron realizar en conjunto recortes de la producción de 9,7 millones de barriles al día, o casi el 10 % de la producción mundial. La combinación de recortes de la producción y repuntes del consumo contribuyó a la recuperación parcial de los precios del petróleo en el tercer trimestre de 2020.
3. Se prevé que la pandemia tendrá un impacto perdurable en el consumo de petróleo
Los principales analistas han corregido a la baja las proyecciones de la demanda de petróleo como resultado de la COVID-19. Algunos escenarios de la industria permiten suponer, incluso, que la demanda ya había llegado a un pico en 2019. Es probable que la pandemia tenga impactos perdurables sobre el consumo de petróleo a través de la modificación de las conductas de los consumidores y del empleo. Los viajes aéreos tal vez disminuyan de forma permanente, a medida que sean reemplazados por reuniones a distancia, lo que conllevará una reducción de la demanda de combustible. La tendencia a trabajar desde el hogar podría disminuir la demanda de gasolina, pero esa baja se compensaría con el mayor uso de vehículos privados si las personas siguen sintiendo temor a viajar en el transporte público.
4. Los precios de los metales han superado los niveles anteriores a la pandemia gracias a la recuperación de la actividad industrial mundial, liderada por China
Los precios de la mayoría de los metales superan sus niveles anteriores a la pandemia. El precio del cobre ha registrado un aumento especialmente importante. La sólida recuperación de la actividad industrial en China ha impulsado un alza de la demanda de metales. Este país representa alrededor de la mitad del consumo mundial de metales.
5. La pandemia y las respuestas en materia de políticas han impulsado un alza de los precios del oro
A raíz de la pandemia, los inversionistas se desplazaron hacia activos más seguros, como el oro, lo que ocasionó un aumento de los precios de este metal. Asimismo, los precios aumentaron debido a la depreciación del dólar estadounidense y la disminución de las tasas de interés. Las interrupciones de la producción minera, principalmente en México, Perú y Sudáfrica, y la disminución del reciclaje del oro debido a las restricciones al traslado de los trabajadores causadas por la pandemia también apuntalaron los precios.
6. Los precios de los alimentos se mantuvieron estables en términos generales y aumentaron recientemente
A pesar de los anuncios de restricciones de políticas a principios de la pandemia (y algunas interrupciones de las cadenas de suministro), los precios de los alimentos casi no se vieron afectados por la COVID-19 a nivel mundial. Los precios han aumentado ligeramente en el último tiempo, impulsados por la menor producción de aceite comestible y el debilitamiento del dólar estadounidense.
7. La relación entre las existencias y el uso es aún elevada, lo que indica un nivel adecuado de abastecimiento
La estabilidad de los precios de los alimentos es reflejo del nivel adecuado de abastecimiento, como lo demuestra la relación entre las existencias y el uso, que es un indicador de la relación entre la oferta y la demanda. La relación se mantiene en sus niveles altos registrados recientemente.
8. Sin embargo, en algunas regiones se observa una considerable inflación de los precios de los alimentos
A pesar de la inflación relativamente moderada de los precios de los alimentos a nivel mundial, en algunas regiones se han registrado aumentos de precios mucho mayores. Las interrupciones de las cadenas de suministro de alimentos causadas por la COVID-19 afectaron tanto la producción como la distribución de alimentos, y se agravaron en algunos casos debido a depreciaciones de la moneda. Asia meridional, África al sur del Sahara y América Latina han sido las regiones más afectadas. Se prevé que la pandemia generará un aumento de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
Un comentario