Petróleo&Minería

La caída del gas es un bálsamo temporal para Europa SA

Martin Brudermüller está de enhorabuena. En 2022, el consejero delegado del gigante químico alemán Basf, valorado en 47.000 millones de euros, vio cómo el coste del gas natural, un insumo industrial clave, se disparaba hasta 10 veces sus niveles habituales.

En el último mes, sin embargo, el precio de esa materia prima para entrega en un mes se ha reducido a la mitad, hasta 70 euros por megavatio hora. Aun así, Europa SA no puede permitirse el lujo de relajarse.

Merece un poco de alegría. El drástico recorte de los suministros de Rusia tras la invasión de Ucrania el año pasado llevó a los países europeos a reponer frenéticamente las instalaciones de almacenamiento de gas antes del invierno. Actualmente están llenas en un 83%, frente al 53% del año pasado. Según Rystad Energy, esto supone un aumento anual de unos 30.000 millones de metros cúbicos (30 bcm). Los días excepcionalmente cálidos del invierno también han contribuido a mantener un alto nivel de reservas de gas.

El margen actual es crítico. Cubre aproximadamente el gas al que Europa tendrá que renunciar este año debido a la interrupción brusca por parte de Rusia del flujo a través de su gasoducto Nord Stream 1, que tiene 55 bcm de capacidad anual, a mediados de 2022.

Son buenas noticias para las empresas que se preparan para el invierno siguiente, el 2023-24. Los consumidores de gas temían que la disminución de las importaciones rusas provocara un almacenamiento insuficiente para satisfacer la demanda el próximo invierno, lo que mantendría altos los precios.

Por desgracia para Brudermüller, sigue habiendo motivos de preocupación. El precio del gas es aproximadamente la mitad de los 135,50 euros por megavatio hora al que cotizaba el contrato el 9 de diciembre, hace un mes. Pero es más del triple de la media histórica de entre 15 y 20 euros por megavatio hora en la década anterior a la invasión de Ucrania, según datos de la Comisión Europea, y eso perjudica la competitividad de la industria europea.

Gran parte de este invierno ha sido inusualmente suave, pero el resto y el próximo podrían no serlo. Aunque los flujos de gas de Moscú a Europa se han reducido en tres cuartas partes desde 2021, Europa sigue dependiendo de unos 30.000 millones de metros cúbicos (30 bcm) de importaciones rusas anuales a través de Ucrania y Turquía. El presidente Vladimir Putin podría interrumpir esas también.

El plan B de Europa para reemplazar el gas ruso perdido ha sido aumentar enormemente las importaciones de gas natural licuado, unos 60.000 millones de metros cúbicos en 2022 respecto al año anterior. Pero el mayor impulsor de este aumento ha sido el menor consumo de gas en Asia. Ello se debe principalmente a los estrictos confinamientos anti-Covid de China, que ahogaron su enorme economía, pero también a que los cargamentos de GNL se desviaron de compradores como Pakistán hacia los mercados europeos, más caros. Con la reapertura de China y la bajada de los precios europeos, más gas podría volver a Asia.

Ello podría volver a provocar escasez. Países europeos como Alemania y Países Bajos han conseguido reducir el consumo anual de gas en más de un 15% y un 20%, respectivamente. Pero si los precios se mantienen bajos, el consumo aumentará y podría haber menos GNL. Brudermüller y otros responsables del sector tendrán que seguir centrados en el ahorro de energía./Cinco Días

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