Petróleo&Minería

Hasta el primer trimestre de 2023 el crudo seguirá generando inflación

Pocos activos han sobrevivido en las últimas sesiones a las señales que apuntan a una recesión de magnitudes globales y el petróleo no ha sido una excepción. Desde la subida de tipos de la Reserva Federal de Estados Unidos de 75 puntos básicos en junio el barril de Brent se ha depreciado un 11% hasta los 104 dólares por unidad que marcó al cierre de esta semana.

Las caídas del precio del barril ponen en primera línea la gran pregunta que se está planteando ahora la mayor parte de inversores, consumidores, economistas y políticos: ¿Cuándo empezará a producirse un descenso de las tasas de inflación?

El incremento de los precios de la energía es uno de los principales responsables de la espiral inflacionista que amenaza a la economía mundial. Por eso, para poder dar respuesta a esta incógnita es ahora especialmente importante analizar cuándo creen los analistas que el barril empezará a contribuir a la bajada del IPC.

Las previsiones del mercado recogidas por Bloomberg estiman que para el trimestre que se cierra en septiembre de este año se encontrará el primer cuarto en el que el petróleo perderá fuerza por primera vez desde que estalló la crisis del coronavirus, con su impacto en el consumo por los confinamientos. No obstante, y aunque el pronóstico es de que cierre septiembre con un promedio por debajo de los 100 dólares, seguiría estando por encima de lo indicado al inicio de 2022, en el entorno de los 80 dólares.

De este modo, si el Brent se mantiene en los precios actuales, hasta marzo de 2023 no empezará a ser desinflacionista. Sin embargo, las previsiones de precios del consenso de analistas reafirman todavía más esta posibilidad: el barril europeo cotizó durante el primer trimestre de 2022 a un precio medio de 97,7 dólares, y la media de expertos que recoge Bloomberg apunta a los 87,4 dólares para el primer trimestre del año que viene, una diferencia de 10 dólares que debería presionar a la baja a la inflación durante los primeros tres meses de 2023.

Una horquilla muy amplia

La evolución del precio del crudo ha sido uno de los factores que los expertos han intentado predecir desde que comenzó la guerra en Ucrania, un conflicto que ha afectado al combustible disponible en el mercado con el cierre del grifo de Rusia por las sanciones. Así, las predicciones del precio del crudo al cierre de 2022 han oscilado desde los 150 dólares hasta los 70 por barril. Unas proyecciones que han quedado desactualizadas en apenas dos semanas mientras se amplía la diferencia entre los deflacionistas y los que vaticinan un mercado del crudo más roto que el actual.

Que la horquilla de previsiones sea tan amplia es un reflejo de la enorme incertidumbre que existe en este mercado, en un momento en el que parece que todo puede pasar, ya que la guerra en Ucrania es uno de los principales factores que afecta al precio de los recursos energéticos.

JP Morgan, por ejemplo, no descarta ver al barril de referencia en Europa en los 400 dólares si lo que empezó como una invasión rusa escala a un conflicto abierto entre las principales potencias mundiales –lo que dispararía los precios ante la escasez del suministro que mueve la maquinaria bélica–. En el otro lado se encuentran las previsiones de voces como el departamento de análisis del Citi, que consideran que la recesión puede deprimir tanto a la economía que no descartan alcanzar los 45 dólares por unidad para el 2023.

Esto, según el banco de inversión, supondría ver un recorte en el precio del petróleo de aquí al cierre del año casi tan elevado como el que ocurrió con la crisis de Lehman Brothers. El pronóstico más pesimista del Citi se perfila bajo el pretexto de que las recesiones disminuyen la demanda de crudo y aumentan las reservas e inventarios. «En un escenario de recesión con aumento del desempleo, quiebras de empresas y hogares, las materias primas seguirían una curva de costos decreciente a medida que los costos se desinflen y los márgenes se vuelvan negativos para impulsar las restricciones de suministro», estiman desde el Citi.

En este cálculo por identificar en qué momento el petróleo dejará de ser inflacionista es en el que se encuentran los expertos en estos momentos. Firmas como Link Securities apuntan a que la actual caída generalizada de las materias primas puede ser el primer gesto que apunte a que los precios hayan tocado techo, «lo que unido a la entrada en recesión de la economía estadounidense, permitiría a la Reserva Federal no ser tan agresiva, limitando de este modo las alzas de los tipos de interés», según aportan desde el gestor financiero.

Además de la recesión en sí como factor que desinflaría los precios de las materias primas, la perspectiva de un menor consumo permitiría aumentar las reservas de crudo, como recoge la Agencia Internacional de la Energía. Lo que esta claro es que una eventual recesión afectaría al consumo y, por ende, a la demanda mundial de combustible.

Un termómetro de en qué momento los precios del crudo pueden marcar un cambio de tendencia puede estar en el dato de la inflación de Estados Unidos. El techo en este país parece estar más cerca que en Europa, según la directora de inversiones de Renta4, Natalia Aguirre. «El punto de inflexión en la inflación será clave para que los bancos centrales suavicen su discurso hawkish y con ello resten presión sobre las expectativas de crecimiento y permitan una recuperación sostenida de las cotizaciones», entiende la experta.

Metales contra cereales

El resto de materias primas ha mostrado un comportamiento similar al precio del petróleo que, como es lógico, afecta a la evolución de las mismas al ser un coste asociado a su producción. No obstante, se aprecia una brecha entre las materias primas más ligadas a la producción y las que están ligadas al consumo humano o animal –dejando de lado al gas que tiene su capítulo a parte a consecuencia del conflicto entre Kiev y Moscú que salpica a Europa.

Los metales se han caracterizado por un fuerte desplome en los mercados de futuros en las últimas semanas. Entre los más elevados se sitúa el del aluminio que cede un 27% o el del algodón que retrocede un 25% desde el pasado 15 junio.

Y a excepción del níquel, que ha tenido su peculiar evolución en los mercados este 2022 por una posición en corto que obligó a la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés) a controlar su cotización, todos los demás cotizan por debajo de los niveles marcados hace un año. Es decir, son deflacionarios, con el paladio y el estaño como los metales que mayor recorte se apuntan (en torno al 25% respecto a lo registrado hace doce meses).

Además, el consenso de analistas pronostica pocos cambios desde los precios actuales de los metales industriales, de cara a los próximos trimestres. Con el aluminio cotizando en mínimos de un año y el cobre un 20% por debajo de los precios en los que se movía en julio del año pasado, la estabilidad que esperan los analistas para los precios de los metales promete que estos recursos básicos ayudarán a reducir las tasas de inflaciónen los próximos trimestres.

Estas buenas perspectivas para los metales no se pueden aplicar a los recursos agrícolas. La mayor parte de los cereales todavía marcan niveles superiores a los que cotizaban hace doce meses. El mal tiempo ha afectado a los precios de los productos agrícolas, como estima la economista de abrdn, Sree Kochugovindan, quien pone como ejemplo los efectos del fenómeno climático conocido como La Niña para contextualizar los precios de la soja o el café en América del Sur. La pérdida de las cosechas del granero de Europa, Ucrania, ha sido el otro factor que ha condicionado a los precios del trigo. Y para colmo, los fertilizantes –vitales para las producciones agrícolas– se han encarecido por el aumento de los precios de la energía, uno de los principales costes en su producción.

Por otra parte, traer los suministros de lugares más remotos implica mayor consumo de combustible, lo que encarece los costes. Una pescadilla que se muerde la cola y que puede contribuir a que la inflación no empiece a dar un respiro a la economía mundial todo lo rápido que se desearía.

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