Promoviendo el contrabando
Antonio Rocha Gallardo, Presidente de la CNDA
Sin dudar, diría que la mejor forma de promover el contrabando sería desinstitucionalizar la Aduana y establecer todas las restricciones posibles a los importadores formales.
Solo basta indicar que hemos permitido que el negocio del contrabando mueva cerca de 2 mil millones de dólares por año y evite una carga fiscal de cerca de 450 millones dólares, entonces el negocio está en la evasión fiscal, en cuanto se deja de pagar por introducir mercancía extranjera al país. Son también cómplices promotores del contrabando las restricciones impuestas a la importación como las autorizaciones previas para vehículos, calzados, vestimentas, muebles etc, además de los registros y certificaciones excesivamente onerosos y burocráticos que tienen las importaciones de alimentos, bebidas, equipos de frio, etc, etc.
El título de este editorial que pareciera una apología del delito, no es otra cosa que una breve reflexión sobre lo que debemos dejar de hacer para no seguir promoviendo contrabando, partiendo de reconocer que este ilícito aduanero se torna cada vez más en una actividad criminal organizada peligrosa que combinada con delitos primos hermanos como el tráfico de drogas, la trata de personas y el tráfico de armas constituyen una amenaza seria para una sociedad pacifica como la boliviana.
El propósito ahora es centrarnos en lo que NO debemos hacer, empezando por dejar de establecer restricciones a las importaciones, tales como los altos tributos aduaneros sobre las mercancías que no producimos, especialmente bienes de capital como camiones, grúas, buses, omnibuses, hormigoneros, etc, que pagan hasta impuesto al consumo específico cual si fueran cigarrillos o whisky. Debemos dejar de establecer procesos burocráticos corruptibles en las autorizaciones sanitarias, de medio ambiente, de salud, de precio justo, etc.
Sobre el contrabando de vehículos, no se resuelve solo con la interdicción en las zonas fronterizas, también con dejar de hacer atractivo el delito, debemos tener una regla estricta y draconiana para dejar de abastecer con combustibles subsidiados a vehículos contrabandeados y robados, basta con tener un control cruzado que con el solo registro de la placa en la boca de expendio del combustible se pueda identificar si el vehículo es o no legalmente importado. En este aspecto los municipios rurales del país deberían ejercer control del tráfico ilicito de vehículos registrados y recibir el 100% de los fondos por incautación de vehículos chutos.
El contrabando de ropa usada no se resuelve quitando el sustento a miles de comerciantes minoristas que viven del ingente contrabando que realizan los peces gordos, sino, dejando de ser permisivos con el control portuario en Arica e Iquique y especialmente en la zona franca de Iquique, donde en convenio con la Aduana chilena se deberían incautar de manera directa todos los producto que arriben a estos puertos y que esté prohibida su importación en Bolivia.
Otra importante tarea es dejar de creer que el contrabando es un problema social, el contrabando se debe llamar como lo que es, un delito criminal que el Estado y la sociedad debemos combatir, que tiene entre sus causas un problema social como el desempleo y la falta de oportunidades, no es menos cierto. En este sentido se deben encarar programas de desarrollo productivo en las principales poblaciones aledañas a la frontera con Chile y Perú que generen fuentes alternativas de sustento a las familias.
Finalmente deben encararse acciones de educación y prevención en colegios, universidades y centros de enseñanza donde no solo se informe sobre los daños que causa el contrabando, sino, más bien se enseñe sobre la importancia de la formalidad y contribución al Estado y la sociedad.