La bioseguridad, la atención oportuna y las vacunas
La emergencia sanitaria, las limitaciones de país del tercer mundo y el sentido común debería obligarnos a toda la comunidad a ser creativos en mayor grado, participar activamente, generar ideas y proponer algunas acciones que probablemente sean un paliativo a esta muy grave crisis sanitaria.
Está comprobado científicamente que las medidas de bioseguridad como el uso correcto del barbijo, el distanciamiento social, evitar reuniones de cualquier índole por más íntimas que sean, el lavado adecuado de manos y el uso de alcohol, tienen una efectividad muy importante.
El gobierno nacional ha asegurado que hasta mediados de junio de este año llegarán al país algo mas de 3 millones de vacunas, las mismas que permitirán aplicar la primera dosis de la vacuna alrededor del 40 por ciento de la población sujeta a ser vacunada.
En nuestra modesta opinión existe un eslabón en esta cadena, que extrañamente no se toma debidamente en cuenta: La atención médica temprana y oportuna, donde existe la mayor probabilidad de controlar con mayor éxito y a un menor costo esta peligrosa enfermedad.
Nos preguntamos: ¿Por qué no se realiza una campaña de gran intensidad destinada a adoptar medidas efectivas, que se ocupen de esta etapa inicial del proceso de esta epidemia letal?, donde naturalmente, el diagnóstico temprano mediante un programa sistemático, masivo y gratuito de pruebas de detección jugará un papel fundamental.
Se tiene datos ciertos de que, tanto la prevención como la atención temprana dará como resultado un mejor control de la pandemia y por supuesto un costo significativamente menor en la salud pública. Se tiene información de los profesionales en salud que, con la atención médica oportuna de este proceso infeccioso, se baja de forma importante la probabilidad de entrar en un cuadro delicado o grave y en algunos casos irreversible.
En esta campaña deberían participar voluntariamente los laboratorios de análisis clínicos, los fabricantes de los medicamentos básicos, las farmacias distribuidoras y obviamente los profesionales médicos que, emulando sistemas aplicados en otros países deberían organizar brigadas médicas que ofrezcan a la población en general los servicios On line a bajo costo.
Los médicos bolivianos tienen la oportunidad de aplicar fielmente su juramente hipocrático y hacer de la salud un postulado y no un medio de hacer fortuna sin misericordia. Afortunadamente existen medios tecnológicos que están al alcance de una gran mayoría de la población como las conferencias por whatsApp, videollamadas, etc que pueden perfectamente usarse para esta atención médica virtual.
Se tiene datos no oficiales que un alto porcentaje de ciudadanos por diversas causas, principalmente económicas, no recurren a la atención de profesionales médicos, se automedican, hacen uso de la medicina casera o natural y cuando la enfermedad está en una etapa crítica, tardíamente de forma desesperada intentan recibir una atención hospitalaria, muchas veces infructuosa por falta de espacio físico en las unidades de cuidados intermedios o intensivos.
La lógica y el sentido común nos permiten llegar a la conclusión de que las autoridades de salud en las instancias nacionales, departamentales y municipales deberían concentrar sus mayores esfuerzos en la adecuada y oportuna atención de las personas infectadas en esta primera fase de esta peligrosa enfermedad. Establecer alianzas público-privadas de gran alcance para ganar esta guerra desigual contra esta terrible pandemia.
Esta campaña deberá estar acompañado con un adecuado control del expendio de medicamentos para el tratamiento de esta enfermedad y eventualmente la liberación de aranceles de importación de estos medicamentos debidamente identificados, con el fin de que lleguen a los pacientes necesitados en el menor precio posible. Esto para evitar el agio y la especulación de los comerciantes inescrupulosos.
Sumemonos todos en una cruzada solidaria a opinar y sugerir temas que en nuestro criterio no están siendo tratadas adecuadamente y, por otro lado, y no menos importante, no permitamos que la temida y generalizada corrupción una vez más haga escarnio de la necesidad y el derecho más elemental del ser humano, la salud y la vida.
Fernando Crespo, vecino de Porongo