2025: El Bicentenario nace desde Santa Cruz
Francisco Xavier Solares M., franciscosolaresm@yahoo.comcionales
La otrora Santa Cruz de sociedad monocultural, apartada de las influencias exógenas a sus fronteras y de calles irregulares que envolvían a diario con el polvo de su letargo se ha transformado místicamente –ahora-, en el núcleo gravitante de una pujante y envidiable modernidad cosmopolita digna de asombro para cualquier hombre visionario.
Los pueblos que se adaptan y progresan en la medida que sus hombres y mujeres aprenden y entienden que más allá del horizonte hay un mundo de oportunidades para dar ese salto a lo felizmente factible, eso hizo Santa Cruz, miró más allá, trazó y encomendó a sus hijos un desafiante trabajo que fue cumplido, no solo por mandato, sino por un sueño compartido e ineludible de convertir una incipiente ciudad a una metrópoli de imparable proyección.
Santa Cruz es dinámica, tiene múltiples virtudes, ha aprendido a adquirir con el tiempo una cualidad reservada con mayor exclusividad para otros, esa cualidad es la incidencia y gravitación política per se en su propio sistema democrático.
Política y economía van de la mano, es la condición sine qua non de todo sistema de poder, ese desafiante binomio lo conseguirá Santa Cruz, el 2025 será el año donde el nuevo corazón del Estado boliviano latirá con una fuerza sostenible que inyectará vigor e irrigará los surcos del subdesarrollo para transformarlos canales de alta productividad.
Santa Cruz, ha marcado un sendero de lo que será la construcción de una nueva nacionalidad boliviana, ha demostrado que una sociedad puede unirse sobre valores humanos, de libertad, democracia y no sobre diferenciaciones mezquinas de piel o pensamientos. Esto representa –algo anteriormente impensable-, la construcción de puentes irrompibles que cruzan por encimas de los muros del egoísta prejuicio regionalista.
Siempre habrá desafíos que superar, todavía tenemos una labor pendiente, la labor de afrontar eficazmente y objetivamente algunas contradicciones internas. Esas contradicciones pueden traducirse en un desequilibrio permanente entre el interés común y el interés corporativo, la centralidad de lo citadino o la insuficiencia de lo provincial; pero sobre todo, resolver en armonía ciertas diferencias culturales todavía esquivas a la tolerancia y la paz.
2025 para Santa Cruz no es solo levantar la cabeza y ver en un tiempo inmediato lo que se puede hacer; 2025 es meditar, es mirar al cielo, es soñar que nuestra región conducirá los nuevos destinos de Bolivia desde su bicentenario. El comienzo del tercer centenio se escribirá desde este lado del país, desde esta región antes olvidada, de calles de polvo pero de gente visionaria y que con seguridad consolidará los caminos de desarrollo y esperanza para toda una nación.