¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie?
Creemos firmemente que en la decidida y eficiente Participación Ciudadana se puede encontrar el camino de la solución a los grandes problemas que sufre nuestra sociedad. Los ciudadanos estamos obligados a bajarnos de la tribuna de observadores pasivos, dejando pasar inertes el “tren de la historia” y convertirnos en actores principales de nuestro propio destino. Es nuestro rol histórico abandonar la actitud individualista e indiferente que nos caracteriza e incorporarnos decididamente a la acción colectiva para beneficio de todos.
Sin ninguna duda no es suficiente que cada cinco años participemos en la elección de nuestras autoridades, para luego, por largo tiempo estemos a merced de ellos, esperanzados naturalmente en que en la gestión de estos gobernantes se tomen las medidas más adecuadas en favor de toda la comunidad. Desafortunadamente la historia nos ha demostrado resultados que están muy distantes de ese ideal y han generado un clima de falta de credibilidad y una desconfianza cada vez mayor en nuestros gobernantes.
La gran pregunta es entonces: ¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie?
En nuestro criterio la respuesta es revisar nuestra Constitución Política del Estado, las leyes y disposiciones generales que rigen a los gobiernos en sus tres niveles y hacer uso efectivo de ciertos mecanismos de participación ciudadana. Una pregunta inicial en esa línea podría ser: ¿El Control Social establecido en nuestra carta fundamental tiene representantes genuinos? ¿Funciona adecuadamente o sirve simplemente de cómplice para validar ciertas acciones de los gobiernos de turno?
Estos mecanismos de participación de gran alcance y de acción efectiva deberán servir, no solo para garantizar la ansiada transparencia de gobernabilidad, sino también para garantizar que no se vulneren de forma permanente los derechos fundamentales de los ciudadanos y especialmente de la comunidad más desprotegida, humilde y desposeída.
Serán instrumentos de participación para evitar que, en nuestro país, por enésima vez, los bienes del estatales y el erario público sean saqueados por actividades de corrupción incrustada permanentemente en los poderes del Estado.
Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial tienen la obligación de revisar su papel fundamental en la conducción de este país de casi doce millones de ciudadanos que claman, con todo derecho por un trato más justo, equitativo e inclusivo para un mejor porvenir. Ya no es posible y no debemos permitir que, entre cuatro paredes y muchas veces vulnerando principios básicos y la misma Constitución, se tomen decisiones que en la mayoría de los casos solo benefician a grupos minoritarios y eternamente favorecidos.
En un repaso algo desordenado de nuestra historia, encontramos el papel desvalorizado de los Comités Cívicos regionales, llamados «el gobierno moral», que fueron tomados por grupos de poder, que definitivamente no representan genuinamente a las grandes mayorías.
En esa línea también encontramos líderes de opinión, en algunos casos comunicadores sociales que, con sesgos interesados no aportan al objetivo mayor del bien común e intentan transmitir al gran público su “verdad” evidentemente parcializada, haciendo uso de las poderosas y muchas veces mal utilizadas redes sociales.
Es muy probable que el ciudadano mejor informado y en una actitud muy racional se haga esta pregunta: ¿cuál es el verdadero interés de estas actitudes inconsistentes, cuando lo coherente sería que estemos todos alineados por una sola causa? Definitivamente, la actuación de unos y otros no está a la altura del gran desafío actual, no es tiempo de alimentar posiciones antagónicas de diversa índole, es tiempo de aunar esfuerzos para enfrentar esta terrible guerra biológica desigual e inesperada.
La profunda crisis sanitaria, económica y principalmente crisis moral que estamos viviendo todos, debería ser el punto de inflexión para generar propuestas de solución estructural en nuestra amada Patria.
Los antropólogos y sociólogos han demostrado que, en cualquier comunidad, donde existen espacios de mayor participación, los resultados de solución esperados son inmensamente superiores. Por esa razón insistimos que, a través de una mayor Participación Ciudadana, responsable y propositiva podremos iniciar, en una dirección más segura, este camino aún largo de consolidar el país soñado por todos.
Fernando Crespo Lijerón – Vecino de Porongo