Turismo

Con devoción, Quillacollo vive la fiesta religiosa más grande de Cochabamba

En el mes de agosto, Quillacollo se convierte en el lugar más visitado por fieles católicos de Bolivia y del mundo. La ciudad cochabambina vive una fiesta de fe y bailes típicos de todos los rincones del país.

Peregrinación, misas en el calvario y otras añejas costumbres constituyen a la Festividad de la Virgen María de Urkupiña como candidata a patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

“Existen bastantes anécdotas que pueden demostrar que la fe es importante para que tus sueños y deseos se hagan realidad (…). El hecho de sacar piedras, que es una simbología, hace que la gente crea, se llene de sentimientos y eso, mediante la q’oa, agradezcas por el dinero que le estas pidiendo a la Virgen, ya sea regalado o prestado”, explicó el periodista e historiador de la festividad, Hugo Gumiel Chacón.

La Festividad de la Virgen María de Urkupiña tiene su origen a partir del año 1700, cuando los agustinos, en su intento por evangelizar con la ayuda de los campesinos de la región, crearon un convento en la localidad de Capinota, expandiéndose hacia Mizque, Aiquile, Cochabamba y Quillacollo. 

Es ahí, en Quillacollo, donde los campesinos (al mando de los españoles) comenzaron a colocar mojones para tener como referencias cuales serían las calles y domicilios del lugar. De este modo, se dio paso a la construcción del templo de San Idelfonso, con su patrona la Virgen de Asunción.

A finales del siglo XVII la historia cuenta de la aparición de la Virgen de Urkupiña. Según la leyenda, los niños que se encontraban pasteando sus ovejas en el cerro de Cota percibieron en la parte más alta del cerro una mujer hermosa y muy brillante y, como todos los niños curiosos, se acercaron y conversaron con ella, que fue contado a sus madres y padres, posteriormente a toda la comunidad.

Desde entonces, la aparición de la Virgen fue constante.

“Ya está en el cerro, ya está en el cerro, decía la gente, al ver a la virgen estar en lo más alto del lugar”, comenta Gumiel.

“‘Orko patapiña’, decía la gente en quechua, es decir, orko igual a cerro, y patapiña igual a lugar (…). Desde entonces, la gente cambia de nombre a su patrona, la Virgen de Asunción, por María Virgen de Urkupina que, por cierto, está mal pronunciado”, comentó el experto.

Tras las constantes apariciones de la Virgen, la Iglesia Católica reconoció como una advocación el titular de Virgen María de Urkupiña.

Personas de pueblos cercanos, como de la provincia Bolívar, El Paso, Tiquipaya y otras, llegaban hasta el templo con sus bailes autóctonos y esto era aprovechado por los agustinos para evangelizarlos, bautizarlos o casarlos. Era una fiesta netamente de los campesinos.

Gumiel mencionó que, tras la reforma agraria de 1952, se dio la posibilidad a los campesinos de llegar a los poblados más grandes del lugar, dando paso a la “llegada de la cholada” y junto a ello, la danza de la morenada y los waca tokoris.

Actualmente, el festival cuenta con una variedad de danzas de toda Bolivia, y para este 2023 se tiene en lista más de 50 fraternidades que danzarán con fe y devoción desde el calvario de Quillacollo hasta el templo de San Idelfonso.

La Festividad de la Virgen María de Urkupiña inicia el último día del mes de julio, con la presencia de la virgen en los barrios, posteriormente las romerías que recorren distintos municipios de Cochabamba acercándose poco a poco al templo.

“Con el paso del tiempo, se intentó volver a traer los grupos autóctonos, lamentablemente muy pocos son los que participan. Lo que sí se implementó es la Entrada Infantil de Urkupiñita, en la que participan niños del prekínder y kinder Urkupiña”, comenta Gumiel.

La festividad grande inicia con la entrada folclórica el 14 y 15 de agosto de cada año, pasando al “Día del Calvario”, donde la gente con fe a la virgen, camina toda la avenida Blanco Galindo hasta llegar al cerro de Cota donde, a mediodía, se celebra una misa central con la imagen de la virgen en lo más alto del cerro.

Finalizando la festividad, se celebra la Alasita, en la que comerciantes venden productos en miniatura para posteriormente hacerlas bendecir en el templo de San Idelfonso, esto con la idea de pedir a la virgen abundancia en los hogares.

Las simbologías que se tienen trascienden las fronteras, lo que hace que la gente del exterior se interese y llegue a Cochabamba a manifestar su fe y amor a la madre de Jesús.

“Yo tengo fe, es mi compañera, es mi todo”, comenta Gumiel con la voz temblorosa.

“Es el símbolo de la madre de Jesús lo que llevo en el corazón, y todo lo que sé lo transmito mediante la radio”, estas son palabras de un peregrino, que año tras año participa de la festividad de la Virgen de Urkupiña y que lleno de fe y de amor invita a todos los bolivianos a conocer el Templo de San Idelfonso y así a la patrona de toda Cochabamba.

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba
Mostrar botones
Ocultar botones