Poder absoluto para Trump: los republicanos tendrán control de las dos cámaras del Congreso de EE.UU.
Donald Trump tendrá un apoyo total del Congreso.
El Partido Republicano aseguró este miércoles la mayoría en la Cámara de Representantes, según las proyecciones de la cadena CBS News, socia de la BBC en EE.UU.
Con los conteos más recientes de las elecciones del 5 de noviembre, el partido de Trump obtendrá los 218 escaños mínimos necesarios para lograr la mayoría. Pero las proyecciones apuntan a que el número de legisladores republicanos final se situará entre 220 y 222.
Esto se suma a la victoria republicana en el Senado. Ahí los demócratas perdieron cuatro asientos, los mismos que ganaron los republicanos para sumar 53 de los 100 senadores de la Cámara alta.
Con estos resultados, Trump contará con el pleno apoyo de dos ramas del gobierno estadounidense -Ejecutivo y Legislativo-, lo que le permitirá sacar adelante sus prioridades políticas sin oposición.
Esto supone una rápida confirmación de los nombramientos presidenciales –incluidos los nominados para el gabinete y los jueces- y que los cambios de leyes impulsados por Trump tengan más probabilidades de salir adelante.
No es la primera vez que Trump está al frente de la Casa Blanca con el apoyo republicano en ambas cámaras, pues ya lo tuvo en su primeros dos años de gobierno de 2017 y 2018.
Por el lado judicial, Trump también contará con una Corte Suprema de mayoría conservadora.
«Trifecta gobernante»
En la jerga política de Washington, se denomina «trifecta gobernante» cuando el partido del presidente también controla ambas cámaras del Congreso: la Cámara de Representantes y el Senado.
El control de un solo partido era habitual en el pasado, pero en las últimas décadas se volvió más raro y menos duradero.
A menudo, el partido en el poder pierde escaños cuando llegan las elecciones legislativas de mitad de mandato dos años después.
Trump enfrentará esta prueba en las elecciones de noviembre de 2026.
Cuando llegó a la Casa Blanca por primera vez (2017-2021), en sus dos primeros años Trump aprobó una ley fiscal que redujo el impuesto empresarial del 35% al 21% y recortó algunos impuestos a las personas físicas.
Pero como algunos miembros de su propio partido se resistían a sus políticas, tuvo problemas con otros objetivos.
Uno de los principales impedimentos para el control total por parte de cualquiera de los partidos es que los proyectos de ley del Senado requieren una mayoría de tres quintas partes, o 60 votos, para evitar el «filibusterismo», que permite a los senadores retrasar la legislación manteniendo abierto el debate.
Esto significa que, cuando un partido tiene mayoría simple en el Senado, necesita convencer al otro lado para conseguir que se apruebe un proyecto de ley.
Incluso con una mayoría sólida en el Senado esta vez, Trump no tendrá los 60 escaños que le permitirían superar cualquier intento de la oposición de repeler sus políticas.
Trump se embolsa un Congreso amigo para promulgar su agenda
Por Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Norteamérica
Tomó un poco más de tiempo contar todos los votos, pero la última pieza de la mayoría republicana para gobernar ha caído en su lugar.
Las elecciones pueden calificarse ahora de éxito rotundo para el Partido Republicano.
Los demócratas -que eran optimistas sobre sus posibilidades de ganar la Cámara de Representantes- estarán sumidos en el desierto político durante al menos los próximos dos años.
Al mantener su dominio en la Cámara de Representantes, Donald Trump contará con un Congreso amigable, dispuesto a promulgar piezas clave de su agenda legislativa.
Las mayorías en ambas cámaras son mínimas, lo que podría causar algunos dolores de cabeza en el recuento de votos a los líderes del partido, pero al menos en los primeros meses del segundo mandato de cuatro años de Trump, las bases del partido estarán ansiosas por alinearse detrás de su recién restaurado jefe del Ejecutivo.
Trump también disfrutará de al menos dos años de menos supervisión por parte del Congreso.
Una cámara legislativa controlada por la oposición puede ser una espina indeseada para un presidente, como les ocurrió tanto a Joe Biden como Trump en la segunda mitad de su primer mandato presidencial.