¿Qué país queremos construir? 2.0
¿Qué país queremos construir? La reflexión totalmente válida del Arzobispo de Santa Cruz Monseñor Sergio Gualberti en una homilía pasada, en mi modesta opinión debería tener una dimensión más amplia en la mirada de la realidad boliviana. Sin hacer una retrospectiva mayor y refiriéndonos solo a los 38 años de democracia reciente, podemos encontrar avances y retrocesos permanentes que indudablemente nos muestran y explican por qué nos encontramos donde estamos en ámbito social y económico.
Todos los ciudadanos tenemos el derecho y la obligación de reclamar cuando vemos que se está vulnerando alguna de nuestras libertades fundamentales, este principio es muy claro y seguramente que absolutamente todos estamos de acuerdo. Aquí está el gran desafío existencial: ¿Cuál es la medida justa o el límite para evitar que esas acciones no vayan al extremo de afectar los derechos de todos y la estabilidad de un país? ¿Cuál es la medida justa para evitar que caigamos en situaciones de desastre como en algunos ejemplos de países en el resto de mundo?
A pesar de los resultados económicos de la última década, la situación general de Bolivia en el concierto de las naciones, agravada seriamente por la crisis sanitaria mundial del Covid 19, sigue siendo aún inestable por una serie de razones, donde la más destacable es la mala administración del Estado desde que se creó la República; los actos vergonzosos de corrupción en todos los niveles del Estado, decisiones sobre los recursos naturales antipatrióticas que han favorecido a intereses externos, hasta cesiones territoriales a países vecinos verdaderamente inconcebibles.
El gobierno del Movimiento al Socialismo ha tenido muy buenos logros en el campo social y económico en beneficio de nuestro país, reconocidos hasta por los acérrimos opositores, no obstante, también es justo mencionar que es responsable de algunas medidas erróneas y no adecuadas que van en contra de los intereses comunes y principios fundamentales. En mi criterio lo más dañino para el país, la falta de una decisión política de intervenir decididamente en una lucha frontal contra corrupción generalizada, que afecta indudablemente en lo económico, pero fundamentalmente en la moral de la ciudadanía.
“Primero Bolivia” el mensaje que pregonan políticos de derecha, de centro y de izquierda, parece solo un slogan de épocas electorales, que debería ser la condición primaria en la conducta de todos que nos preciamos de patriotas en forma permanente.
El país que queremos construir debería ser el que brinde igualdad de oportunidades a todos, donde exista una administración de justicia integra y totalmente imparcial, donde exista educación y salud para todos que es la verdadera democracia, la inclusión social absoluta; donde el campesino e indígena no sea usado solo para intereses sectarios y en épocas electorales, donde exista la protección real al niño, a la mujer y al adulto mayor más allá de las disposiciones vigentes, donde prime una conducta ética y moral.
El país que queremos construir debería tener como política fundamental el desarrollo sustentable, proteger el medioambiente y los recursos naturales, políticas públicas conducente a realizar inversiones a largo plazo en infraestructura y educación, reducir significativamente la criminalidad, ofrecer seguridad jurídica, aumentar la esperanza de vida de sus ciudadanos.
El país que queremos construir debe tener una base social muy amplia, desterrar definitivamente los privilegios a ciertos círculos de poder político y económico, trabajar decididamente por crear espacios de convergencia social e igualdad de oportunidades. El país que queremos construir deberá en definitiva propender a mejorar la calidad de vida a todos y cada uno de sus habitantes sin excepción.
Los paros, las huelgas y bloqueos en especial en esta emergencia sanitaria y económica significan un retroceso, es más un suicidio colectivo en cualquier país del mundo. Para nadie debería ser desconocido que Bolivia más que nunca necesita mantener la estabilidad social y económica, trabajar ardua y seriamente para controlar los efectos de la pandemia que nos azota, no politizar la salud de los bolivianos, garantizar un empleo digno para la clase trabajadora, condición básica para su progreso, desarrollo y bienestar general.
Todos esperamos que la madures ciudadana este por encina de los intereses partidarios y el Gobierno Nacional tenga la visión clara en pro de los grandes intereses comunes y reconduzca este proceso por el camino más adecuado en esta nueva oportunidad que le ha brindado la población a través del voto.
En esta crisis sanitaria y económica considero que se debería hacer un esfuerzo y crear condiciones para un Gran Pacto Social, que siente en una mesa de dialogo a los actores políticos y sociales más representativos del país, con la suficiente capacidad de identificar al verdadero enemigo de la Patria y a quienes enarbolan la bandera de la democracia solo cuando beneficia a sus intereses. Un dialogo amplio cuyo objetivo fundamental sea aunar esfuerzos para salir de esta grave crisis y evitar una convulsión generalizada con consecuencias naturales imprevisibles, donde el gran perdedor será nuevamente el ciudadano común.
Fernando Crespo Lijerón / Vecino de Porongo