Petróleo&Minería

Repsol, es la hora de apostar por la industria

El impacto del Covid ha puesto de manifiesto una realidad. Los países que cuentan con una industria fuerte han resistido mejor. Así, Alemania, donde supone el 29,01% del PIB, se contrajo solo un 5% en 2020 frente al 11% de España, Son, en definitiva, unas economías que, como dice Mariano Ventosa, codirector de la Cátedra de Industria Conectada de Comillas ICAI, “generan empleo de calidad y son más resilientes a las crisis económicas”.

España afronta con esa lección aprendida el proceso de transición energética y de descarbonización de su economía con una idea clara: el país está ante una gran oportunidad para abordar este camino fortaleciendo la industria nacional, combinada “con una visión más amplia en el marco de la colaboración europea”, explica Ventosa, gracias a los fondos Next Generation.

La tecnología y la digitalización van a jugar un papel esencial en toda la transición energética

Desde Deloitte, Felipe Requejo, socio responsable de energía y recursos de la consultora, considera que “la transición energética supone una gran oportunidad para acelerar el desarrollo de la industria española en la mejora de su competitividad y también de las capacidades industriales necesarias en las diferentes partes de la cadena de valor asociadas a las nuevas tecnologías y vectores energéticos”.

El instrumento para impulsar este desarrollo va a ser la tecnología. Gracias a ella, “llegaremos al mercado con productos más sostenibles, incorporando energía renovable. Además, las nuevas tecnologías impulsan que se desarrollen nuevos perfiles profesionales y, por tanto, la generación de nuevos puestos de trabajo de calidad”, sostiene Adriana Orejas, directora de tecnologías de transformación industrial de Repsol.

El objetivo es transformar sus centros industriales en instalaciones cero emisiones netas. El plan de la multinacional se apoyará sobre cuatro ejes: eficiencia energética, economía circular, hidrógeno renovable y captura y uso de CO2. Junto a ellos, jugará un papel esencial la digitalización. “Sin ella es imposible la velocidad que queremos alcanzar. La gestión del dato nos ayuda a mejorar cada vez, a reducir el precio y ser más competitivos”, añade Orejas.

Con los dos primeros aspectos se reducirán las emisiones y se sustituirán unas materias primas de origen fósil por otras procedentes de residuos. Con ellos se generarán biocombustibles avanzados, como el biojet, que se producirá en una nueva planta en Cartagena, y el biogás, que se producirá en el puerto de Bilbao.

Los otros dos “van a ser grandes aliados”, en palabras de la responsable de Repsol. El hidrógeno renovable va a convertirse en un vector energético muy importante, primero para la industria y, posteriormente, para la movilidad. Tendrá una huella de carbono nula, ya que se podrá producir con energía renovable procedente del sol y del viento. Y la captura, almacenamiento y uso del CO2 será también esencial, entre otras cosas, para la reducción directa de emisiones así como en la eliminación de las mismas de la atmósfera.

El desafío es mayúsculo. No se trata de una sola tecnología, sino de varias y de gran magnitud. Por esa razón, Orejas apuesta por “ir todos juntos y empujar para que estas tecnologías sean una realidad lo antes posible”, concluye.

EN CIFRAS

El profesor Ventosa sitúa el peso de la industria en la economía española en torno al 16%, “lejos del objetivo europeo del 20%”. Las perspectivas no son de mejora, ya que hay “una lenta desindustrialización superior a un punto cada diez años”.

La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos, AOP, calcula que el sector industrial genera el 2,2% del PIB y unos 200.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos.

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